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sábado, 13 de marzo de 2010

Nada se hizo y hoy se repite la historia (Johan Gathmann)

La actual crisis eléctrica causada aparentemente por la sequía, es una copia al carbón de la que se vivió entre el 2002 y 2003. En ese entonces aún estaba toda la gerencia profesional y técnica del sector eléctrico y petrolero y esta propuso soluciones a corto, mediano y largo plazos para que la situación no volviera a repetirse. El desarrollo se debía concentrar en la generación térmica pues el potencial hidroeléctrico del país está totalmente aprovechado. Un plan a largo plazo de eficiencia energética y una sinceración de los costos de la energía así como la recuperación de las pérdidas eran puntos centrales.

Nada se hizo y hoy se repite la historia.

Paradójicamente, una medida que recomendamos en su momento y que fue tomada a chiste, era cerrar las empresas del aluminio durante seis meses y a sus trabajadores de vacaciones. Total, ya en aquel entonces producían pérdidas. Así se dejaba de perder y se ahorraba energía.

Hoy se recogió la recomendación más por colapso de la industria que por conciencia de gestión.

Entre las medidas que se tomaron, se propusieron planes de ahorro a los mayores consumidores de energía, que bien podrían aplicarse hoy para poder cumplir con la reciente gaceta que establece medidas y metas de reducción de uso de energías. Es necesario:

Entender con claridad qué es lo que realmente persigue el decreto: reducir el consumo de energía (Kilvatios-hora); reducir la demanda de potencia (KVA) o reducir el monto pagado. No está claro. Suponemos que se trata de la disminución de uso de Kilovatiohoras pues es un tema de escasez de recurso hídrico, según el Gobierno…

Si esto fuere así lo procedente es:

1) Levantar el consumo histórico del establecimiento: Copia de las doce últimas facturas donde se indican los kilovatios horas y los KVA medidos en cada lapso de medición. Entender cómo se usa la energía: Régimen de funcionamiento del establciemineto y cuáes son las cargas mayores. De ser posible asociar el uso de energía a algún indicador, o varios. Por metro cuadrado, por numero de visitante, por facturación, por unidad de producto, etc.

2) Hacer mediciones propias en los puntos de entrega de energía para determinar cómo se está usando la energía. Similar a un electrocardiograma. Idealmente instalar un sistema de medición de electricidad paralelo y propio que permita monitorear el uso de energía y los resultados de lo que se hace y, más importante, verificar si son correctas las mediciones hechas por la empresa eléctrica. También muy útil para cuantificar la frecuencia y tiempo de los apagones.

3) Con base en lo anterior elaborar un consumo meta global y un consumo meta específico (por unidad de producto, metros, visitantes etc.) Compararlo con el consumo del mismo mes un año antes y verificar el ahorro esperado, ajustando el uso de los equipos a su verdadera necesidad y con horarios de estricto cumplimiento. En la mayoría de los casos esto quizás implique suspender totalmente la actividad, ya sea un día de la semana laboral o reduciendo la jornada.

4) Ajustar el plan según los resultados obtenidos y segmentar cada vez más los consumos para controlar su uso: Uso de computadoras, aire acondicionado, equipos y maquinarias responden a requerimientos y horarios distintos.

5) Si se disponen de ellos utilizar tácticamente los equipos de respaldo de emergencia como plantas de emergencia para generar en los momentos de mayor consumo: Con el doble efecto de disminuir la demanda pico y restar consumo de energía de la red.

Todo debe documentarse pues se necesitará como herramienta de negociación.

Lo anterior son medidas estrictamente operativas y solo en casos de muy mala gerencia previa, se pudiera ahorrar hasta 10% de la energía. Esto es un uso racional de la energía que requiere de un ajuste de hábitos y comportamiento, para usar la energía solo cuando se le necesite de verdad.

Más allá de esto se necesitarán inversiones en tecnología e infraestructura para hacer un uso eficiente de la energía.

Ahorros globales de más del 30% son excepcionales y extremadamente intensivos en capital que requieren inversiones en tecnologías y con frecuencia cambio de procesos.

Las oportunidades operativas y de cero y bajo costo rara vez superan el 5% de potencial de ahorro en electricidad, sin afectar la calidad de servicio. Metas superiores necesariamente implican medidas de racionamiento como reducción de jornada y/o disminución de producción.

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